28 feb 2010

EL PIBE INFELIZ.



Este texto se corresponde con un poco de experiencia propia (pequeña pero experiencia al fin) y conclusiones subjetivas de la vida en general.

La responsabilidad de las acciones, la libertad de elegir con autonomía de decisión solamente condicionada por el misero y vago sentimiento de pereza. Esos factores son los que forman el envase del infeliz.

Es el que decide perder su tiempo en la creación de proyectos que no sobrepasan las 4 paredes de su habitación. El que piensa que la realidad deviene del dinero que su familia puede aportar para su subsistencia.

No conoce el esfuerzo, ni conoce la necesidad. Él delega, delega su destino y junto a el su porvenir. Forma, de acuerdo a como es la economía del bolsillo de su familia, un bunker de pelotudez interminable donde presiente que puede desarrollar su idea (sin contenido) de futuro.

Se acuesta en el horario en que la mayoría de la población sale a pelear el contexto y diagramar su vida (trabajar), mas o menos calculadas las 6 de la mañana (porque todo lo escrito en párrafos anteriores nos da el indicio de que este ser humano no realiza ninguna labor productiva). Amanece y desayuna cuando la mayoría merienda y vuelve de su jornada laboral (que vida no?).

Como buen argentino tipo, tiene bien en claro que las cosas buenas que le pasan provienen de la buena voluntad de un tercero, o en su defecto, de su propia mínima y obtusa actividad productiva. Además afirma (con la seguridad propia de un ignorante) que detrás de las cosas malas que le pasan se encuentra siempre la mala intención de alguien (No es autocritico con su accionar).


Tiende a crear una tabla de valores donde el dinero ocupa el primer escalón, donde el esfuerzo no existe y donde la ineficiencia para el trabajo es prácticamente total.


Vive en un vacío, sin proyecto ni sentido donde con dificultad pueda radiar bondad o generosidad.
Su manera de comprometerse es la no participación, esperando que la solución llegue como por arte de magia.

Es comprensivo, suele estar cuando se lo necesita, suele acompañar en los malos momentos, presta su palabra de aliento y su consejo neto de amistad. Pero su afán de progreso (manchado por su pereza y vaguedad) y su desesperación por el dinero, lamentablemente, deforman su persona y lo transforman en el reflejo de una sociedad de consumo, superficial, de mínimo esfuerzo y de solidaridad por conveniencia.

...


Una sopa con sabor.

16 feb 2010

Recoleccion de palabras sueltas (Sin Titulo).




Entre la Espada y la pared
entre el amargo y la miel
sobre la de aquella y la de él
antes de comentarle a usted


al aire de la soledad
al compás de los días
yo no se si sabrías
que nos sobra ansiedad


camisas y pantalones
se acumulan a montones
sobre su cama destendida
y nuestras miradas aburridas


mis conquistas por el suelo
tus pecas sobre el mar
mi sueño y tu desvelo
las ganitas de llorar

la hora del té chino
los masajes a la tarde
los domingos de casino
tantas formas de ser cobarde



Ciudadano Porreti

8 feb 2010

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.- No se, me
gustaría que lo digas, así como si nos conociéramos de siempre :)

4 feb 2010

C Ó M O H A C E R


Existió un gato de notable vitalidad que nació muy dotado sexualmente. Todas las noches, solía subir al tejado y desde allí convocaba a las gatitas para una actividad intensa, ruidosa y, por supuesto, molesta para los vecinos.

Los vecinos estaban enojados con este animal potente. No podían dormir por el concierto de maullidos y otras proezas inoportunas y recurrentes del semental felino. De común acuerdo, decidieron contratar al veterinario para que tome cartas en el asunto: lo castraron!

Esa noche, los amigos del silencio y del buen sueño se dispusieron a disfrutar de su ansiado descanso. Pero todo fue inútil. El gato, como de costumbre, subió al techo y comenzó con los frenéticos maullidos, acompañado por todo el gaterío aledaño. Llamaron de inmediato al veterinario y lo despertaron para que revise la extirpación realizada.

El profesional subió al tejado, localizó al gato operado, lo examinó y volvió con el diagnóstico: "la operación fue perfecta, pero ahora es consultor!!". El gato había perdido capacidad de práctica, de resolución, pero explicaba con detalles "cómo hay que hacer" a los demás gatos interesados..

Estamos rodeados de gatos consultores. Abundan por doquier, sólo saben decirnos qué debemos hacer, pero no dominan los secretos de la actividad y explican, asesoran, etc.
Es importante hablar con lo que hacemos. Que nuestros hechos demuestren lo que queremos para los otros.

Salvando todas las distancias de la particular y pintoresca anécdota, se trata de descubrir si uno es GATO o CONSULTOR. Y también conocer con quiénes nos rodeamos. Es muy mezquino y descarado explicar a cualquiera "cómo hay que hacer" y quedarnos en el discurso. Sobran ejemplos. Falta humor y solvencia.

By: Enrique Mariscal

.. - ...

A mi me pareció muy interesante y me dieron ganas de compartirlo, encontré el relato en un libro que estaba en la biblioteca de la casa de mi madrina y lo fui leyendo hoy mientras viajaba en la linea A del subte.

Adío!

Die.